Un día más en la vida de un fotógrafo de prensa.
¡Un perro!… Sí, un perro en la sala principal del Palacio de Justicia, y un policía de la Unidad de Desactivación de Explosivos, revisando al milímetro el lugar. Y es porque…

Llegó Dina. Llegó con su sombra (sí, aún no la mandan al extranjero, donde estaría más silenciosa aun); y llegó con la cara inflamada de alegría… o de bótox. Y César San Martín en modo «Hannibal Lecter», mientras Dina nos miraba con… esa mirada. Y siempre luciendo las joyas, hasta estrenando un dije con su inicial.
Empezó la ceremonia, no quiere agua, es pura paranoia. Uy, esa mirada de nuevo.

Al final se fue, sonriente, sola, con su propia sombra, pequeña, que irá, en su espalda.
Giancarlo Tejeda